Los jefes valen un 18%

Durante varios años, creo que ya lo he apuntado en algún post anterior, trabajé en adquisición de talento, como ahora se le llama a la antigua selección de personal. En mis entrevistas de trabajo me satisfacía hacer siempre una pregunta para enriquecer una estadística muy personal. La pregunta era: “¿Qué valoras más en un futuro puesto de trabajo?”. 
La respuesta era de dos tipos:

1) La que yo consideraba errónea como evaluadora se expresaba en términos de cercanía, horario, flexibilidad, etc., y se correspondía a las preferencias de lo que hoy se ligan al perfil del trabajador hedónico

2) Y otra, que entonces me parecía más positiva, se expresaba de manera más difusa, en términos de aportación del puesto al crecimiento personal y profesional, es decir: proyección, aprendizaje, desarrollo, etc. Lo que ahora se entiende como perfil de trabajador eudaimónico.

Pero había algo que era absolutamente universal, y era el deseo de que el nuevo puesto les ofreciera un buen ambiente laboral: lo que ahora llamamos BIENESTAR. Quizá por eso me dedico a esto en este momento de mi vida.

El bienestar era tan importante que estaba por delante de temas tan importantes como la expectativa salarial y, aunque no se renunciaba a una cantidad mínima concreta, era posible que ésta pasara a tener un peso relativo si existía bienestar, felicidad, buen clima en el nuevo puesto. Y, desde luego, el bienestar era un absoluto predictor de la estabilidad en el puesto. 

La percepción de felicidad en el trabajo es compleja, pero por entonces, cuando nadie estudiaba acerca del bienestar y sólo se tenían hipótesis, al intentar profundizar de una manera informal en el significado de “buen ambiente de trabajo”, solían explicar esta expresión en términos de buenas relaciones con los compañeros, y también con el tipo de jefe. 

Pues bien, muchos años después, en una ponencia de don José María Peiró, una de las personas más importantes en Psicología del trabajo y un investigador de reconocido prestigio en el estudio del Bienestar en la Empresa, nos presentó un dato basado en evidencias de sus investigaciones, según el cual la ecuación del valor del buen jefe se sitúa en el 18% del salario percibido.

¿Qué significa que tu jefe vale un 18%?
Significa que, según el cálculo basado en sus investigaciones, un buen gestor de personas incrementa el valor de la percepción subjetiva de tu salario en esa cantidad. Es salario emocional. Y, al contrario, un mal jefe supone percibir tu salario degradado en ese porcentaje.

Vamos al ejemplo práctico:
Dos personas con un mismo salario, pongamos 2.500 € netos, sienten que ganan una cantidad distinta en función del tipo líder. Si es positivo e inspirador, la percepción sería, según este cálculo, de 2.950 €; y si es un mal jefe bajamos a una percepción de 2.050 € (una variación de 900€ dentro de un salario medio).

Esto significa que invertir en formar líderes positivos incrementa la sensación de valor retributivo y pronostica una mayor fidelidad de los empleados a su empresa.

¿Quieres saber más al respecto? Escríbenos a info@emotionhr.com.

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