Empleados felices, empresas más productivas

Se suele decir que el empleado feliz y bien cuidado por una empresa suele rendir más. Hasta la fecha. Y ahora también se cree gracias a un estudio del IOpener Institute de Oxford. Las conclusiones son lógicas: esos empleados permanecen el doble de tiempo en sus tareas que los empleados que no son felices en sus empresas. Y cada día son más las que los prefieren así. Por estas razones.

Hasta un 65% más de energía y una mayor vinculación con la empresa. Ésa es la radiografía de un empleado feliz según el IOpener Institute de Oxford. Y estos empleados son cada vez más apreciados por las compañías. Hasta el punto de que crece día a día las que deciden medir la felicidad de sus trabajadores.

Claro que, ¿cómo se mide la felicidad de un trabajador en una empresa? Porque lo que se estilaba en las empresas hasta la fecha, y de manera general, es la estrategia del palo y la zanahoria. Que, visto lo visto, no ofrece resultados demasiados positivos. Es la estrategia del miedo la que domina la relación entre el trabajador y la empresa, y así fue hasta hace unos pocos años. Ahora, y a consecuencia de la crisis, las mismas empresas se han dado cuenta de que la felicidad de sus trabajadores, lejos de ser un aspecto al que no prestaban importancia, redunda en sus números de manera positiva. 

Porque la consecuencia es lógica: un trabajador contento y feliz dentro de una empresa es amable, sabe trabajar en equipo y antepone los intereses de los compañeros a los suyos. El resultado es una sonrisa en su rostro, que es lo que se ve, pero los beneficios para la empresa son los que no son palpables a primera vista. ¿Cuáles? El optimismo, una actitud que permite al trabajador establecerse metas desafiantes y mantener la determinación de alcanzarlas. Logro que alcanzará gracias al desarrollo de conductas como la perseverancia, la vitalidad, la creatividad y una constante orientación al objetivo en sí.

¿Qué tiene que hacer la empresa? Algo tan sencillo como cambiar su manera de trabajar, apostar por cosas tan sencillas como la flexibilidad de horarios o la posibilidad de trabajar a distancia. Sí, lo de siempre, el miedo a saber qué hará el empleado, el no tenerlo a la vista, que no esté atado al asiento de la galera romana. Y ocurre lo que ocurre: que no todas las empresas están decididas a tomar ese camino. Suelen ser aquellas cuyo equipo directivo no creen en que un trabajador feliz vaya a rendir más o menos cuando está sujeto a un sueldo, y por lo tanto lo mismo le da cómo trabaje con tal de ganárselo. Sin ponerse a pensar que actitudes como ésas son las que impiden el desarrollo de un marco que permita al trabajador conseguir la felicidad que necesita para trabajar como quisiera. Y esas empresas son las que más pierden. Sólo tienen que comprobarlo y examinar los números de la que sí apuestan por esos cambios, por permitir que sus trabajadores sean más felices a la hora de trabajar.

Y, tarde o temprano, se arrepentirán de no haber dado antes el paso.

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FUENTE: La vanguardia

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