Allá donde se encuentra la felicidad

¿Dónde está la felicidad? Donde tú quieras encontrarla, pues no existe lugar, momento ni espacio donde la felicidad no pueda tener cabida. Porque, sin saberlo, la felicidad puede surgir cuando menos te lo esperes y en el lugar más sorprendente o inesperado. En ese caso, sólo hay que actuar de una manera: disfrutarla hasta dejarla sin ninguna gota.

En los últimos meses vengo contándote aspectos, curiosidades y cosas relacionadas con la felicidad. En algunos casos, como las píldoras, son consejos que te pueden ayudar a mejorar tu vida, dentro de lo posible, y acercarla a ese ideal de felicidad que cada cual tenemos en nuestra cabeza. Porque la felicidad es un concepto cuya duración y ubicación nadie conoce. Es como un duende juguetón, que surge de manera espontánea y relacionado con cosas inimaginables, pero que aparece cuando él quiere, sin avisar, para recordarnos que esta vida merece la pena vivirla. Aunque sólo sea por esos instantes efímeros que nos llenan de felicidad, nos obligan a cerrar los ojos, a esbozar una sonrisa y a reconocer que sí, que sólo por instantes como ése, como cualquiera, merece la pena vivir.

Te decía que nadie sabe cuándo y dónde surge. Ese dichoso duendecillo es así de juguetón. Lo único que sabemos es que en ocasiones nos coge a traición, desprevenidos, y extiende ante nosotros una alfombra de hechos, situaciones, momentos, imágenes o palabras que nos conducen de manera sabia hacia la felicidad. Así de taimado es, el duendecillo. Pero en otras ocasiones lo hace a sabiendas, y aprovecha cualquier circunstancia y momento para brindarnos la posibilidad de ser felices. Porque es caprichoso y gusta de sembrar semillas de felicidad allá por donde sabe que habremos de pasar, o bien en aquellos lugares donde habitualmente estamos. Semillas que estallan a nuestro paso o cuando contactar con nuestro cuerpo y se convierten en una sensación inexplicable, que es la felicidad. ¿O acaso eres capaz de describir con palabras esa maravillosa sensación?

Semillas que el duendecillo siembra en tu casa, en el trabajo, en la cafetería donde desayunas, en el bar donde comes, en la tienda donde realizas la compra… No existen uniformidad porque la felicidad no admite reglas ni tampoco límites: es tan universal como los seres a los que riega con su dicha. Y esa dicha está por todas partes, a tu alcance; está donde tú tengas que estar.

¿Qué tienes que hacer para disfrutarla? Vivir. Nada más. Pero vivir con los ojos bien abiertos. Da igual el lugar o el momento. Recuerda que el duendecillo de la felicidad es muy juguetón y caprichoso, y tarde o temprano se aparecerá para regalarte esos instantes que nunca podrás describir con palabras. Porque son tuyos y de nadie más.

Sólo te pide estar con los ojos abiertos. Esperando a la felicidad. Que siempre llega. Y ella es la que establece el cuándo, el cómo y el cuánto.

No cierres los ojos y espérala. Tarde o temprano llegará.

¡Ah! Y si quieres provocarla en el trabajo, no te pierdas esta jornada de formación que impartiremos el día diez de marzo. Para aprender algunos trucos que te permitirán invocar al duendecillo ;-)

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