Píldora 31: el miedo. Cómo conocerlo mejor para combatirlo

Si nos dejamos atrapar por él, nos perseguirá hasta poseernos cada vez que quiera. Y no te puedes dejar vencer por él. Debes combatir el miedo. Pero para combatir con garantías debes conocerlo bien.

Los cuatro magníficos generadores de malestar son: la RABIA, la CULPA, el MIEDO y el JUICIO. Pero, antes, ¿quieres echar un vistazo a nuestras píldoras anteriores? Puedes hacerlo aquí

En píldoras anteriores ya hablamos sobre uno de esos sentimientos: la CULPA. Nuestro protagonista de hoy es el MIEDO. Porque te recuerdo que los sentimientos son resultado de las emociones, y éstas lo son de lo que pensamos. Por eso, en última instancia, lo que pensamos es lo que produce el malestar. Entonces, ¿qué pensamientos son los que producen el miedo?


Empezaré diciendo que las emociones son adaptativas; están en nuestro cerebro límbico para ayudarnos a sobrevivir. Si no existiera el miedo, nuestros antepasados no hubieran corrido para salvarse ante la presencia de un león, por ejemplo. Podemos afirmar entonces que el miedo es útil y adaptativo. El problema es cuando lo generalizamos a cualquier parcela de nuestra vida que escapa a nuestro control. 

Aquí está la clave: el control. Cuando sentimos que algo no está bajo nuestro control nos produce incertidumbre, y como consecuencia tenemos miedo. Normalmente éste se sitúa en el futuro, en lo que vendrá. Sentimos miedo al adelantar escenarios contrarios a lo que esperamos y que están por llegar (caso de suspender un examen o ser despedido). En última instancia es elegir esperar lo peor y tiene como base normalmente la falta de confianza en nosotros mismos. En este contexto, el miedo no resulta adaptativo porque nos defiende de enemigos imaginarios, que están en el futuro y que, en muchas ocasiones, no existen y quizá nunca lleguen a existir, pero la emoción negativa interviene y perdura en el tiempo, minando nuestra confianza.

Se dice que toda emoción tiene su opuesto y que los dos opuestos son los dos extremos de la misma emoción (por ejemplo, alegría y tristeza, sería la misma emoción en sus dos extremos). En el caso del miedo, estaríamos hablando del opuesto al amor. Y más concretamente, al amor a uno mismo. Dicho de otro modo, a la autoestima. El miedo mina nuestra autoconfianza y nuestra autoestima. Es decir, a más confianza en uno mismo, menos miedo.

Fijémonos por tanto en las palabras claves relacionadas con esta terrible emoción: incertidumbre, futuro, control y autoconfianza.

Podemos definir el miedo como la emoción que es consecuencia de un pensamiento negativo de certeza sobre algo que ocurrirá en el futuro y que escapa a nuestro control, lo que nos hace sentir que somos incapaces de protegernos. Este pensamiento tiene varios errores:

1. Adelantar un futuro negativo con una sensación de certeza. Adelantar escenarios negativos que nos paralizan (el miedo es paralizante) es menos operativo que trabajar en el presente para construir el futuro que queremos dentro de nuestras posibilidades. 

2. La ilusión de control como elemento de confianza. Creer que tenemos controlado el futuro es una ilusión porque no es posible controlarlo todo. Elegir escapar al control de nuestra realidad nos produce una mayor y mejor sensación de bienestar. Por el contrario, intentar controlarlo todo produce ansiedad, desasosiego e incertidumbre.

3. Sentimiento de incapacidad y el consecuente golpe hacia nuestra autoestima. Puesto que no podemos controlar el futuro porque nadie puede, es incongruente sentirnos incapaces porque no podemos hacerlo. Sólo podemos trabajar en la dirección que nos interesa, pero eso no garantiza el control. Golpeamos nuestra autoestima por elección.

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