Resiliencia: el gran objetivo de las empresas
Un concepto atacado desde diferentes frentes y que todavía tiene que aterrizar en las empresas
A pesar de que la resiliencia es cuestionada desde diferentes frentes, su implantación se demuestra como una fuente de beneficios para los trabajadores de una empresa, y por ende para la misma empresa. Siempre y cuando se tengan en cuenta los factores individuales y sociales de la persona.
La cuestión es clara: ¿qué buscan las empresas? Personas con talento, en primer lugar, preparadas para desempeñar actividades concretas y, lo más importante: preparadas para soportar las adversidades propias del puesto a desempeñar. Y es ahí donde la resiliencia no sólo toma forma, sino que se convierte en palanca de desarrollo personal y profesional.
Quizás la razón de tanta crítica radique en la inexistencia ―hasta la fecha― de una definición clara; si se trata de una capacidad, de una competencia o de una habilidad; si se refiere a un proceso o a un resultado; si se trata de un fenómeno estable o cambiante; o si debe ser abordada como un rasgo o como un fenómeno interactivo.
Entonces, se impone su desarrollo dentro de las empresas poniendo en práctica sus principios, pero también teniendo en cuenta aquellas críticas que no terminan de ver dicha disciplina. Es decir: preparar al empleado ante las adversidades, no romperse ante ellas, con el propósito de crear figuras resilientes; y, asimismo, ir más allá de las características individuales tales como la autoestima, perseverancia, autoestima y estrategias de solución de los problemas de las personas, sino también insistir en sus vínculos familiares, su apoyo social, los cuidados y su ambiente como elementos que, unidos, desarrollen a una persona completa para afrontar cualquier reto que se le presente en la vida, en general, y en su trabajo en particular.
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