Claves para ser feliz en el trabajo

Rutina. Entrar a trabajo, compañeros, mirada al reloj, comida, café, compañeros, mirada al reloj, salir del trabajo. Y así un día tras otro. La eterna rutina. Llegas a casa y suspiras. Un día más. Y otro menos. ¿Para qué? ¿No sería más fácil decir que es otro día distinto, diferente? Tan fácil como ser feliz en el trabajo. Y se puede. Ahora te demostramos cómo.

No, no temas. No vamos a darte consejos filosóficos ni vamos a enseñarte ejemplos de milenarias culturas para que las adoptes como propias y puedas ser feliz. No. Son cosas sencillas, del día a día, normales, que seguramente no haces a menudo, por no decir que ya ni siquiera haces, y que interiorizadas y repetidas te permitirán ser feliz. O, al menos, intentarlo.

Para empezar, ¿cuánto sonríes en el trabajo? Vale, nos hemos pasado. ¿Sonríes alguna vez? La sonrisa es contagiosa, se extiende como las fichas de un dominó cayendo una tras otra. Sonrisas generales, en definitiva. ¿Sabes lo que ayuda eso a trabajar? ¿A que lo sabes? Y es tan sencillo como sonreír…

Sigamos. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste limpieza en tu puesto de trabajo? Ya sabes: papeles, documentos, las migas del sándwich de media mañana… Un poco cada día, no más de diez minutos, alivia tu estrés y hace que la veas más limpia. Y eso te hará sonreír. Y sonreír… Pues eso.

De cuando en cuando, si tienes la oportunidad, desconecta de tu trabajo. Diez, quince minutos. Deja el móvil en la mesa, cierra Internet o ponte a pasear. Abre la ventana y oxigena tu mente. Enciérrate en tu mundo, piensa en otras cosas. Acabarás sonriendo, y si sonríes…

¿A cuánta gente de la oficina no conoces? ¿A cuántos conoces mejor que a otros? Párate de vez en cuando y habla con ellos. De tal o cual aspecto de la oficina, de tu trabajo, del suyo. Eso genera sensación de pertenencia al mismo trabajo, y a la larga creará en ti ese sentimiento de pertenencia a un grupo.

¿Tienes a gente a tu alrededor que las pasa canutas todos los días para resolver sus tareas? Acércate a ellos, háblales, que te cuenten por qué están así, que te expliquen sus dificultades. Y si puedes, ayúdales. Una pequeña ayuda puedes ser un mucho para ellos. Y para ti, más. Ese compañero/a te verá con otros ojos y tú te sentirás un poco más feliz. Y sonreirás. Y sin sonríes…

Cosas habituales, del día a día que puedes hacer en cualquier momento. Para que veas que ser feliz tampoco cuesta tanto.

Si tienes cualquier tipo de duda puedes escribirnos a info@emotionhr.com.

FUENTE: iProfesional.com

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