Según sea la siembra, así será la cosecha

“Se recoge lo que se siembra”. ¿Cuántas veces habéis leído/oído/dicho esta expresión? Muchas, ¿verdad? Tan acertada. Porque sí, tarde o temprano acabamos recogiendo todo lo que nos hemos encargado de sembrar durante un periodo de tiempo. Como el Karma. Siembra que nos espera a la vuelta de la esquina. Y siempre llega.
Puede que nunca repares en los actos que cometas, que te den igual sus consecuencias, que ‘Ande yo caliente y ríase la gente’. Tú y sólo tú. Perfecto, no pasa nada. Cada cual es responsable de sus actos y consecuencias. Pero cuando esos actos tienen como destino otras personas…

Ahí es donde aparece el choque entre lo que haces y las consecuencias que tiene sobre otras personas, tanto las que más quieres como las que desconoces. Porque todo lo que haces tiene unas consecuencias, termina por afectar a las personas. Y lo ideal es que todo lo que hagas repercuta de manera positiva en ti, pero también en los demás.

Lo ideal, claro. Sucede que no, que por cualesquiera razones tienes el día cruzado o bien tu naturaleza no te deja actuar de otra manera, y lo que haces termina por afectar a los demás. Si es de manera inconsciente, tarde o temprano te darás cuenta de lo que has hecho y te determinarás a no volver a hacerlo nunca más. Salvo que lo hagas a propósito, que sea algo consustancial a esa naturaleza, a tu manera de hacer las cosas. Entonces…

Ahí llegamos al punto en el que comenzamos este artículo: se siembra lo que se recoge. Tanto bien haces, tanto bien recogerás, y análogamente, tanto mal inflijas o causes, tanto mal te estará esperando a la vuelta de la esquina. El karma. Lo recuerdas, ¿verdad? Porque la vida no olvida, nos espera y siempre, tarde o temprano, ingresa en nuestra cuenta vital todo aquello que nos merecemos por nuestra manera de actuar.

Si ha sido buena, no tendrás que preocuparte, pero si no lo ha sido…
A modo de conclusión, te dejamos el siguiente vídeo. Resume a la perfección todo lo que te acabo de contar:


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