Algunas enseñanzas que nos deja el coronavirus

Esta epidemia nos hará mejores personas, y también mejorará nuestras relaciones con los demás



El coronavirus supone un desafío sin precedentes para la historia de la humanidad. Asimismo, provoca una serie de retos cuyas consecuencias serán muy negativas para todos. Pero también las hay positivas, y algunos de sus efectos ya comenzamos a verlos.

Muertes de seres queridos a los que ni siquiera podemos despedir, el derrumbe de la actividad económica y nuevas formas de socialización al amparo de las nuevas tecnologías son algunas de las consecuencias que está provocando el COVID-19, el ya famoso coronavirus. Y una realidad ya consolidada: nuestra civilización, tal como la conocemos, ha resultado afectada de tal manera que, una vez pase la epidemia, no volverá ser lo que era.


Y es ahí donde radica el primer paso que hemos de dar camino de la ansiada normalidad que todos ansiamos: nuestro modo de vida se ha visto afectado y modificado para siempre. Todo ha cambiado y se verá en cuanto la situación se normalice en cuanto evaluemos el resultado de la pandemia; que durará aunque el número de contagiados descienda y la alarma haya cesado. Aún quedarán cuarentenas por cumplir y una limitación de movimientos para impedir su expansión, pues lo que ha quedado claro es que estamos ante un virus con una facilidad de propagación desconocida hasta la fecha.


Consecuencias de todo tipo

Y también está cada vez más claro que las consecuencias económicas, políticas, sociales, etcétera, serán negativas, muy negativas. Nadie se atreve a pronosticar qué ocurrirá qué pasará cuando este país vuelva a echar a andar, cuando reinicie todos sus procesos, cuando al fin recibamos la noticia de que lo peor (porque para la extinción definitiva de la epidemia aún queda mucho).

Pero también en el horizonte se adivina una serie de consecuencias positivas, algunas de las cuales ya estamos conociendo, y que vienen a quedarse para hacernos mejores como individuos y como especie.

¿De qué tipo de consecuencias estoy hablando? 

Por un lado, el Coronavirus ha detenido nuestra vida, le ha dado la pausa necesaria para que nos sentemos a pensar qué estamos haciendo con ella, sin va por el camino adecuado. Todos vamos hasta arriba todos los días, ganamos dinero y no hacemos más que trabajar. ¿Y nuestra vida de verdad? ¿Hacer las cosas que nos gustan, dedicarles el tiempo que merecen? Es la oportunidad y tiempo de reflexionar si de verdad estamos viviendo la vida que queremos, si estamos haciendo con ella lo que consideramos justo o apropiado.

Por otro lado, el coronavirus está ayudando a reconstruir muchas familias, a incrementar el contacto en algunos casos entre padres e hijos o familiares, o a reforzar los lazos mediante el teléfono o formas de comunicación auspiciadas por las nuevas tecnologías. Lazos que, ahora más que nunca, son indispensables para hacernos mejores como personas.

Y también a apreciar el verdadero valor de gestos tan sencillos, tan normales hasta hace unos días, como dar un beso al ser querido, a nuestra pareja, o simplemente darles un abrazo a unos y a otra; a poner en valor los gestos, su importancia, y cómo esos gestos adquieren un papel esencial en situaciones como la que vivimos en la actualidad.

Enseñanzas y consecuencias, en suma, de las que debemos aprender todos para bien y para mal.

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