Teletrabajo como alimento para el espíritu

No se trata únicamente de trabajar, sino de hacerlo de tal forma que estemos satisfechos de lo que hacemos y de cómo lo hacemos

Todos teletrabajamos. En mayor o menor medida, todos lo hacemos, pero ¿lo aprovechamos de la misma manera? ¿Le sacamos el mismo rendimiento? Porque el teletrabajo es algo más que realizar nuestras tareas diarias en un entorno diferente. También es una manera de alimentar el espíritu.

El teletrabajo se ha convertido en una herramienta fundamental en nuestro día a día. Nos permite sacar adelante las tareas diarias fuera de nuestro entorno habitual. Y eso se traduce en una serie de beneficios, tanto laborales como personales: mejor conciliación, mayor desarrollo del talento… Y para el espíritu.

¿Que por qué digo para el espíritu? En mi opinión, lo hace desde un doble punto de vista: no se trata únicamente de hacer el trabajo igual que si estuviéramos en la oficina, sino también de sentirnos satisfechos con lo que hacemos. Y creo que, en especial, esta segunda vertiente es la más enriquecedora si hablamos del teletrabajo.

Pensemos: estamos acostumbrados a trabajar en una oficina, en un espacio físico determinado, durante una serie de horas del día. Lo de siempre. Cambiemos todo lo anterior, por ejemplo, por nuestra casa o el lugar donde vayamos a pasar unos días de vacaciones: o incluso, un desplazamiento fuera de nuestro entorno habitual por las razones que sean. 

Ya, para empezar, eso supone un aliciente, pero también una manera distinta de afrontar el trabajo en la que influyen las condiciones que nos rodean, el entorno, y nuestro ánimo. Todo ello concluye en una manera de hacer las cosas que nos satisface, que nos hace estar satisfechos con nosotros mismos, pero que también nos permite estar en paz convencidos de que hemos hecho nuestro trabajo como siempre nos gusta hacer.

Y eso, para el espíritu, es el mejor alimento que existen. ¿O no?