Empeñarse en vivir o en empeñarse en morir
La elección es sencilla: vivir como si cada minuto fuese el último, o esperar a que cada minuto sea el último. ¿Cuál eliges?
Nosotros elegimos qué hacer con nuestras vidas. Podemos elegir dejarnos llevar, que nuestra existencia languideza hasta que se extinga, o brille con luz propia mientras se apaga de manera definitiva. Todo es cuestión de elegir.
La frase con la que comienzo este artículo la pronuncia Andy Dufresne, el protagonista de Cadena Perpetua, la ópera prima de Frank Darabont; y resume de manera muy clara en qué consiste la vida: empeñarse en vivir o empeñarse en morir.
Reduccionismo
Podrás decir que es una manera muy a la ligera de reducir tu capacidad de elección y que siempre hay grises, que no todo puede ser negro o blanco. Pero ¿cuántas veces piensas en esos grises a la hora de enfrentarse a una situación peliaguda o que te exija un gran sacrificio? ¿Y si se trata de algo de lo que depende cualquier aspecto de tu vida laboral o personal? ¿No ocurre en demasiadas ocasiones que acabas tirando por el negro, si tu actitud es negativa, y te cuesta mucho ver el blanco, no ya ni siquiera los grises?
Ante las dificultades de la vida quedan, por lo tanto, dos alternativas: hundirnos, desesperar y zozobrar, o salir adelante; es decir, hundirnos y esperar a que todo acabe, sea como sea. O bien afrontar las cosas con esperanza, pensando que siempre hay motivos para empeñarnos en vivir, en que todo puede mejorar si te empeñas, si le pones corazón a las cosas.
En definitiva, dos alternativas: empeñarse en vivir o empeñarse en morir.
¿Por cuál apuestas tú? En tu mano está escoger la que tú consideres adecuada. Para mí, desde luego, es la primera.
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