Las empresas necesitan contar con cerebros sanos

Somos infelices porque fundamentalmente lo somos de manera inconsciente


La felicidad es algo personal, pero también las empresas nos tienen que remunerar con felicidad. ¿Te parece algo contradictorio? Yo creo que las empresas son espacios para generar el clic interior que empuja a la gente a decidir ser feliz.

Para empezar, somos infelices porque somos inconscientes fundamentalmente. 

El cerebro crea redes neuronales basándose en su primera premisa: proteger de los peligros, crear una serie de hábitos que cada día nos protege de esos peligros, y luego se para a descansar y deja que todo eso funcione en piloto automático. 

El resultado es que siempre nos fijamos prioritariamente en las cosas negativas, y siempre damos las mismas respuestas a los asuntos. Y cada vez engrosamos más la red neuronal.

Por ejemplo, llegas a casa cansada después de una jornada de las interminables y te encuentras la cena hecha y los niños en la cama. Tu marido te recibe a mesa puesta y empieza a comentarte que eso de trabajar 12 horas no puede ser muy bueno para ti, y ése es el interruptor para que tu descargues la frustración que llevas acumulada durante el día. Tú estás exhausto/a, y esto es lo que te faltaba. “Encima tu marido se queja”. Y vuelves a hacer lo que haces habitualmente. Le dices algo así como “cuando llega mi nómina a fin de mes no te quejas tanto”, o “ya sabes cómo es mi jefe. Vengo fatal y sólo falta que tú me eches la bronca”. Y luego él te contesta enfadado, y os metéis en una discusión. 
TODO ESO ESTÁ HECHO EN PILOTO AUTOMÁTICO porque el cerebro ya tiene preparada la respuesta de siempre, y no se detiene a pensar.

Y al volver a hacer y decir lo mismo de siempre, la conexión neuronal se hace más fuerte, y la próxima vez volverá a salir todo solo, sin ningún esfuerzo. En algún momento, TIENES QUE PARAR ESO. No reaccionar, detenerte, decidir tu respuesta y sus consecuencias, simplemente PORQUE ESO QUE HACES NO TE HACE FELIZ, TE HACE INFELIZ

Tienes que enseñarle a tu cerebro a no reaccionar. La próxima vez que llegues a casa a mesa puesta y los niños estén duchados, corre a agradecérselo a tu marido. Si te dice que llegar tan tarde no puede ser bueno para ti, siente que lo hace porque te quiere y se preocupa (¿estás segura de que es una queja? ¿Totalmente segura? ¿Cómo podría decir eso mismo para que tú pensaras que no era una queja? De ninguna manera, porque tú ya tienes asociadas esas palabras a la queja. En lugar de contestarle lo de siempre, pregúntale ¿tú qué crees que puedo hacer con este jefe? En lugar de discutir, quizá vais a iniciar una conversación enriquecedora para ambos ,y vas a terminar abrazándole por todo lo que se preocupa por ti. 

Y el haz de conexiones sinápticas terminará adelgazando, y el haz de la comprensión y la escucha con tu marido comenzarán a llenarse de mielina. ¡Y ESO SÍ TE HACE FELIZ!

Si aplicamos eso a la empresa, ¿cuántos conflictos vamos a desactivar antes de que incluso se produzcan?

¿Entiendes ahora? La persona es responsable de su felicidad, y la empresa es responsable de darle las herramientas para que lo consiga. 

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