No puedes llenarte de pensamientos positivos si antes no te vacías de pensamientos negativos

A estas alturas eres plenamente consciente de que es tu responsabilidad llenar tu mente de pensamientos positivos, y de hecho lo intentas cada día; a veces con menos éxito, pero con la intención siempre presente. ¡Bravo por ti!

El resultado es que combinamos pensamientos negativos y positivos en nuestra mente de manera alternativa. Y cuando llegan los negativos simplemente los apartas o te sientes mal por sentirlos, o te autoengañas para pasarlos a positivo o te distraes con cualquier actividad externa que te hace olvidarlos momentáneamente, e intentas concentrarte en algo mejor, pero funciona a medias. Hagas lo que hagas ahí están de nuevo, machaconamente, esos pensamientos poco felices. En el fondo, hay algo que falla… Algo haces mal

¡Olvida todo eso! Los pensamientos negativos son automáticos porque el cerebro está diseñado para generarlos y así protegerte. Si los ignoras, volverán disfrazados de algo nuevo, o en mitad de la noche te despertarán. 

¿Qué hacer?

Sería bueno vaciarte de los pensamientos negativos y luego llenarte de pensamientos positivos. Y la única forma es hacerlo simultáneamente, puesto que somos una fábrica de generar los que no queremos, y quizá lo más eficiente es tratarlos según llegan. 

Una manera de afrontar los pensamientos que vienen del pasado es el perdón: perdónalos y perdónate por eso que te hicieron o te hiciste, por eso que te dijeron o te dijiste. Siente compasión por los demás y por ti. Y después ya puedes pasar a pensar en positivo. Ten esperanza… Eso se solucionará, o cambiará, o llegarán nuevas oportunidades.

Una manera de afrontar los pensamientos que apuntan al futuro es recordar aquello que temías hace sólo unas semanas y que finalmente no sucedió. Recuerda que son sólo ideas que te atemorizan acerca del futuro.

Vacíate de lo negativo, no lo ignores, enfréntalo. Y entonces estarás list@ para concentrarte en las nuevas ideas que te hacen sentir bien.  

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