Una efectiva manera de combatir el 'bullying': el currículum de la felicidad
Nuestra responsabilidad como sociedad es educar a nuestros hijos, porque ellos crearán el mañana. Esta frase tan machacona que tan interiorizada tenemos no cuadra en absoluto con lo que finalmente ocurre en las aulas, donde perdura una forma de educar inventada a mediados del siglo XX y que no ha evolucionado en los últimos 50 años.
El Dalai Lama está impulsando en India una nueva asignatura en los colegios: el currículum de la felicidad, por la que se enseña a los niños desde pequeños a cultivar la compasión y la felicidad para que los menores (lo cursan niños que corresponden con nuestra educación primaria) puedan descubrir que la felicidad es "una forma de vida".
Desde mi punto de vista es una estupenda iniciativa que nos hace reflexionar sobre los objetivos que una educación ideal debería incluir, a saber:
a) Cambiar MEMORIZAR por APRENDER. En la era de Internet, donde toda la información del mundo está en nuestro móvil, la escuela debería añadir valor, creando mentes críticas, acogiendo las opiniones de los alumnos y cultivando su curiosidad, integrándolos en el conocimiento participativo en lugar de haciendo que memoricen algo que pueden consultar en cualquier momento. Y lo mismo se aplicaría para las pruebas de selección de los maestros. Creo que sería mejor para nuestra educación seleccionar personas con pasión por enseñar y no evaluarlos exclusivamente por su nivel de conocimientos.
b) Formar PERSONAS INTEGRAS. Las personas somos cuerpo, mente y corazón. En las escuelas se cultiva la mente y en menos medida el cuerpo, pero ¿qué pasa con la gestión de sus emociones?, ¿qué pasa con el primer propósito de cualquier persona que vive en este mundo que es ser feliz? Enseñar a los niños a ser felices y a compartir la felicidad haría desaparecer el famoso bullying, creado por la competitividad, la comparación y la falta de autoestima.
Nuestros estudiantes empiezan a desarrollar altos niveles de estrés, ansiedad o depresión, por no hablar de las distorsiones en las relaciones de pareja que sufren los jóvenes, con una vuelta al machismo más ancestral que creíamos haber olvidado.
Sabemos desde la ciencia de la felicidad que los niños felices aprenden más rápido, piensan de forma más creativa, suelen ser más fuertes al enfrentarse al fracaso, tienen relaciones más sólidas y hacen amigos fácilmente. ¿No es esto lo que queremos para nuestros hijos?
¿Qué queremos formar enciclopedias con patas o personas íntegras?
Mi opinión es que el sistema educativo debe tener como primer objetivo crear seres humanos con cerebros sanos y felices, en lugar de llenos de información. No defiendo que los niños no aprendan conceptos en clase, defiendo que se formen en madurez emocional y que aprendan, no memoricen. Y es la única manera efectiva de hacer desaparecer el bullying de nuestras aulas.
Si quieres unirte a nuestra idea, escríbenos en info@emotionhr.com.
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