Horario que cumplir, horario que racionalizar

Este país es presencialista por naturaleza. Que el asiento de la galera esté siempre ocupado. ¿Siempre? ¿Acaso eso significa que se va a trabajar más y mejor que quien sabe que rinde trabajando unas horas y en un momento determinado del día? Voy con ello.

¿A que alguna vez en tu vida has tenido un jefe que te recriminaba por marcharte a tu hora y no regalar ni un minuto más a la empresa? No te digo ya que te dijera echar horas extras, que también, sino que no le sentara bien que te fueras cuando tenías que irte.

Y es que, reconozcámoslo: éste es un país presencialista. Es decir, aquí lo que se estila es tirarse horas y horas bogando atados al asiento de la galera romana/puesto de trabajo de la oficina; y que cuanto más tiempo se permanezca en dicho puesto, delante del equipo, más contento está el jefe. Quiere verte ahí tirándote las horas que hagan falta. Cuantas más, mejor. Lo peor es que cree que ésa es la manera de trabajar, que cuanto más tiempo se dedique al trabajo así serán los resultados. 

Un pensamiento caduco, sin dudas. Y lo digo sin ningún temor a equivocarme. Distintos estudios ya han demostrado que el trabajo continuado no se traduce en mejores resultados, ni tampoco que estar todo el día en la oficina signifique elevar la productividad hasta niveles insospechados

Decididamente, no. Porque estamos en una época en la que todos sabemos cuáles son nuestras tareas y los objetivos que hay que conseguir o alcanzar. ¿Qué importa más, el cómo y el qué? Evidentemente, lo segundo. Entonces, ¿por qué atenerse a esa manera de trabajar? ¿Acaso no sería mejor dedicar las horas que creamos que se necesitan para alcanzar los resultados esperados y cuando pensemos que somos capaces de rendir más?

Es evidente que para llegar a este estado es necesario un cambio de mentalidad dentro de las empresas, y también un cambio cultural en las mismas. Pero no estaría de más que empecemos por mostrar a esos jefes del paleolítico que siguen pensando de la manera descrita lo que se puede conseguir con cambiar la manera de trabajar. Una forma de trabajar más libre, sin ataduras y en la que el trabajador decide cómo, cuándo y dónde. En cuanto abran los ojos, todo será distinto.

Así que en eso consiste tu empeño: en abrir esos ojos. Eso, o seguir atado al asiento de la galera. Tú eliges.

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