PÍLDORA 2: La enfermedad de “tener razón”

Estar convencido de “tener razón” implica adoptar un posicionamiento que impide llegar a acuerdos y produce conflicto en el trabajo. 

Adoptar una posición inamovible con respecto a cualquier tema es tan dañino que podríamos calificarlo de enfermedad. Entre otras cosas porque causa un peligroso contagio.

Cuando nos posicionamos, cuando nos atrincheramos en nuestras tesis y pretendemos tener razón a ultranza como si la vida nos fuera en ello, en el fondo estamos intentando salvaguardar nuestro ego. Si nos detenemos a analizarlo, nos daremos cuenta que los posicionamientos denotan una absurda necesidad de mostrar superioridad moral, y para ello es necesario que la otra persona o situación estén en el error. 

Cuando defendemos nuestra posición desafiando a otras personas en una reunión, en una toma de decisiones o cualquier entorno de este tipo, contagiamos nuestras emociones negativas surgidas de un temor compulsivo a perder y provocamos la reacción de otras personas que se sienten impulsadas a posicionarse igualmente en un intento de no denotar inferioridad. Las personas cargadas de razón expresan una gran cantidad de emociones negativas y provocan que la persona supuestamente en el error adopte una posición defensiva, que se contagiará de las mismas emociones negativas. El resultado no será satisfactorio ni constructivo para ninguna de las dos partes, y el conflicto está asegurado.

No hay duda de que los hechos existen. Cuando decimos que el AVE Madrid-Barcelona tarda habitualmente menos de 3 horas en hacer el recorrido y otra persona afirma lo contrario, es obvio que tenemos la razón y que la otra persona está en el error. Pero cuando no discutimos sobre información objetiva y se trata de ideas u opiniones subjetivas, entramos en el terreno de la relatividad y existen distintas posibles soluciones e interpretaciones sobre cada asunto. 

Debemos tener en cuenta que:
a) Las opiniones se forman a través de nuestras creencias y éstas de nuestra educación. Por tanto, las creemos inamovibles. Así se genera el posicionamiento (“tener razón”).

b) Las opiniones (los pensamientos) crean las emociones (positivas o negativas).

c) Nuestras creencias y opiniones no son la realidad, es nuestra interpretación de la realidad. Por eso cada cual tiene su propia interpretación (el mapa no es el territorio).

d) Intentar empatizar con las opiniones de los demás contribuirá a eliminar el conflicto. 

Por tanto, nuestras opiniones nacen de nuestras creencias que nos hacen interpretar la realidad. Cada cual tiene su propia interpretación y ninguna es la REALIDAD. Cuando en cualquier caso nos posicionamos a ultranza y pretendemos mantener nuestras opiniones subjetivas, estamos intentando sentirnos superiores para engordar nuestro ego. 

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