Un mal jefe, todo un problema
Tener un mal jefe es una carga que hay que sobrellevar lo mejor que se pueda. Y si decimos esto es por no decir directamente que se trata de un problema. Que lo es. Un mal jefe es peor que un dolor de muelas. Y se sabe rápido quién es un mal jefe y quién no lo es.
Un mal jefe es para temerlo. Te puede echar la vida abajo en cualquier momento. Y no sólo la vida profesional, sino también la personal. Por eso es bueno conocer los signos para distinguir al mal jefe del que no lo es. Sin ir más lejos, estos que detallamos a continuación:
· Un buen jefe sabe controlar las emociones. Sabe lo que hay, lo que tiene por delante y cómo afrontarlo. El mal jefe, en cambio, no las controla. Y si no sabe lidiar lo que ocurre en el día a día, si no sabe controlar un conflicto laboral, acaba por perjudicar al resto de trabajadores. Y eso, tarde o temprano, termina por afectar a tu rendimiento.
· El jefe que actúa sin pensar es todo un peligro para cualquier trabajador. Tener un objetivo mínimamente definido es esencial para dirigir a su equipo. Si no, mal va. Y peor a su equipo. Tenlo en cuenta.
· Mandar sin dirigir es todo un drama para la empresa y más aún para el trabajador. Una reciente encuesta revela que el 65% de los trabajadores desea recibir más comentarios o directrices hacia dónde dirigir su trabajo. ¿Ejemplo? Si tu jefe no te permite aprender ni mejorar, el resultado es el desánimo. ¿O no? ¿A que lo has sentido?
· Y ya, el remate: que deje de escuchar. El buen jefe sabe escuchar, se anticipa a los problemas, retiene el talento. El mal jefe no sabe escuchar. Y un empleado que no encuentra una figura que le escucha, que está pendiente de sus empleados, va camino del desánimo.
Así que, si tu jefe presenta cualquiera de estos signos, ya sabes a lo que atenerte. Por tu bien, básicamente.
FUENTE: Equipos y Talento
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