Empeñarse en vivir o empeñarse en morir

Cuatro días dura la vida. Cuatro días llenos de obstáculos, de problemas, de todo. Muchos de esos obstáculos los ponemos nosotros mismos. Que son los peores. Los que nos hacen preguntarnos si realmente estamos empeñados en vivir o en morir.

La frase con la que comenzamos este post no es nuestra, sino de la película Cadena Perpetua (Frank Darabont, 1994). En concreto, de esta espectacular escena interpretada por Tim Robbins y Morgan Freeman. El primero interpreta a Andrew Dufresne, condenado a cadena perpetua por el asesinato de su mujer y de su amante. El segundo es Red, el tipo encargado de manejar todos los sobornos que se cuecen en la prisión de Shawshank y muy apreciado por el resto de presos de la misma.

Dufresne, en un momento dado, se resigna a su suerte, a malgastar su vida entre las cuatro paredes de la prisión. Por eso le dice a Red que la vida se resume a una sola cosa: empeñarse en vivir o empeñarse en morir. Lo que es una enorme verdad:



Y es que sólo estamos cuatro días mal contados en esta vida. Cuatro días que, en muchas ocasiones, nosotros mismos nos empeñamos en entorpecer todo lo posible. Cuando de lo que se trata es de justamente lo contrario, de aprovechar esos cuatro días al máximo, de bebérnoslos de un trago hasta estar saciados por completo. Para, cuando llegue el momento, poder decir que hemos vivido la vida, que ha merecido la pena.

Por eso, ya sea por nuestra culpa o alguna situación aciaga, nos asalte esa disyuntiva, la respuesta siempre tiene que ser la primera. Porque hay que empeñarse en vivir, en tirar para adelante como sea buscando lo mejor para nosotros mismos. Siempre mirando hacia delante, hacia ese punto que alcanzaremos tarde o temprano. Y cuando lo hagamos, que sea con la primera respuesta en nuestra boca. Lo cual querrá decir que vivir mereció la pena.

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