La oficina abierta y el liderazgo

Cada vez se trabaja más en oficinas abiertas. Más visibilidad, mayor relación entre los compañeros, mejor interacción. Y, a su vez, mejor trato. Sobre todo, para aquellos jefes que tienden al maltrato como forma de trabajar. Un mal liderazgo que, con la oficina abierta, está destinado a morir.

Un buen líder se adapta a todo tipo de entornos y trabajos. Sabe mandar y ser respetado porque conoce a las personas que trabajan para él. Que son eso, personas, no números ni tampoco pedazos de carne y huesos. Maneras y maneras de dirigir una empresa, pero también de expresar el liderazgo.

Es más, formas de liderazgo que impiden a los trabajadores disfrutar también de los beneficios de una oficina abierta. Y que, como consecuencia, siguen padeciendo un estilo de liderazgo desfasado y sin sentido.

¿Quiere decir esto que un liderazgo así no tiene cabida en el concepto de oficina abierta? Tampoco es eso. Se trata de manejar las virtudes de esa manera de dirigir equipos y de dejar de lado los malos usos que comportan.

Para empezar, una oficina abierta tendrá más ruido, habrá más conversaciones entre los empleados. Que no son malas ni molestas en su justa medida. Mas si son productivas y tienen que ver con el trabajo, siempre tendrá su razón de ser. Además, no todas las conversaciones que surgen así, de manera casual, son improductivas. No se trata de ir tras los trabajadores para silenciarles, imponer el toque de queda mientras se trabaja; se trata crear un ambiente de trabajo dinámico, sin generar crispaciones ni malos entendidos.

Por otra parte, hay que dar espacio a los empleados, dejar que expresen sus ideas. En muchas ocasiones, una tormenta de ideas espontánea provoca nuevos aportes al trabajo que pueden redundar en el negocio de manera positiva. Y tampoco hay que imponer que el trabajador esté atado a su puesto de trabajo como si del asiento de una galera romana se tratara. Interactuar, compartir, mezclar. Ahí reside el secreto.

Finalmente, la oficina abierta propicia comunicaciones, encuentros, nuevos espacios de trabajo. Bien aprovechados, se traducen en innumerables beneficios para la empresa. Los trabajadores están a gusto, trabajan en un ambiente propicio y rinden más.

Tarde o temprano, el jefe acostumbrado a los malos modos, a la antigua usanza, tendrá que claudicar si no quiere encontrarse fuera de sitio. O lo que es peor, fuera del trabajo.

FUENTE: Equipos y Talento


                                                      

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