Cómo aprender a gestionar el tiempo

El tiempo es el que es, de eso no hay duda. El día tiene 24 horas, ni una más ni una menos, con sus correspondientes minutos y segundos. Y no se pueden estirar. O sí. Todo depende de cómo te organices ese tiempo, de cómo lo distribuyas entre las tareas que tienes pendientes. Si aprendes a hacerlo, hasta es posible que se te sobre ese tiempo que, hasta ahora, decías que te faltaba. ¿Quieres saber cómo? Sólo tienes que seguir leyendo.

Un día tiene 24 horas. Es lo que hay. Ocurre que, en ocasiones, el día parece que se te hace corto y que necesitarías más tiempo para hacer todo lo que te propones. Es en esos momentos cuando te gustaría que el día se alargara más allá de esas 24 horas, pero ya sabes que eso no es posible, que el tiempo es el que es.

O sí. 

Y no, no se trata de hacer milagros, sino de racionalizar mejor el tiempo de que dispones para hacer todo lo que tienes en la cabeza. Es decir, se trata de que aprendas a sacar un mejor provecho del tiempo. ¡Vaya pregunta!, te estarás diciendo. Y eso, ¿cómo se hace? Se puede hacer, ¡claro que se puede conseguir!



Lo primero que tienes que tener en cuenta es que el tiempo depende de ti, que lo tienes en tus manos, y sólo hay que aprender a gestionarlo. ¿Cómo? Para empezar, identificando qué elementos son los que te roban el tiempo y que te impiden dedicarlo a lo que es realmente importante. ¿Qué entendemos por esos elementos? Una conversación, un café de más, meterte en Internet para leer los periódicos del día cuando ya lo hiciste antes…. Ponte a sumar el tiempo que pierdes en cada una de estas actividades. ¡Anda! Sí, es más de lo que nunca llegaste a imaginar; tiempo que puedes destinar a resolver esas tareas que debes dejar aparcadas porque siempre dices que te falta tiempo para rematarlas.

Lo segundo, distinguir entre lo que es urgente y lo que es importante. Pues no todo es urgente y sí muchas cosas son importantes. Lo prioritario es lo primero que debes atender, y basta con ver la naturaleza de la tarea, quién la necesita, quién depende de ella, etcétera, para darte cuenta de qué es lo urgente, lo que primero debes acometer, y qué es lo importante. En cuando veas que lo urgente no es tanto como parecía, y que después puedes sacar adelante las cosas menos importantes -algunas, incluso, te parecían urgentes y a menudo te enredabas en ellas, con la consiguiente pérdida de tiempo que eso supone-, te sobrará hasta tiempo para ponerte con las que menos prisa corren.

¿Ves qué fácil? Si lo deseas, podemos ayudarte a gestionar tu tiempo de la mejor manera posible. Escríbenos y te diremos cómo puedes hacerlo.

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