La vida está para vivirla

La vida está para vivirla, para exprimirla hasta la última gota de principio a fin, para bien y para mal. Porque está compuesto de fragmentos que nos hacen mejores, que nos convierten en personas completas; llenas de experiencias. Y por eso merece la pena vivir.

Memorable fragmento de El indomable Will Hunting (Gus Van Sant, 1997) en el que Robin Williams le explica a Matt Damon lo que es la vida, una sucesión de vivencias, acontecimientos, experiencias y sucesos que nos enriquecen y nos hacen completos como personas:

Robin Williams apenas mira a Matt Damon. La palabra lo hace por él. Y le dice que podrá ser todo lo inteligente que demuestra ser gracias a un saber enciclopédico producto de centenares -quizás miles- de lecturas y a una memoria prodigiosa. Pero de la vida, de vivir la vida, poco puede contar porque apenas sabe nada de ella. Todo lo que conoce lo sabe por los libros.

Y es que, paradójicamente, la vida es el mayor de los libros que existen, y siempre está abierto para que aprendamos de él todo lo que queramos y nos sea posible. Porque la vida enseña, reprende, felicita, regala, incita, invita, devuelve, quita, da… Y está para ser para ser aprovechada hasta la última gota, siendo esa gota ilimitada. “Sabes mucho de la Capilla Sixtina pero no sabes a qué huele”, le reprende Robin Williams a Matt Damon. Y es así. La vida está compuesta de momentos que están para ser gozados; momentos tan eternos como la misma vida o tan efímeros como un suspiro y que vienen y van para que los cojamos y hagamos nuestros. Esa vida, única y definitiva, es la que vivimos, la que nos ha tocado para bien o para mal.

Por eso, cuando estés en uno de esos días en que maldigas sin parar, que odies todo lo que exista a tu alrededor y que desees desaparecer de la vista de todos, piensa en eso mismo que te rodea, en esa vida que es caprichosa, sí, pero que está para ser vivida, para disfrutarla en toda su extensión. Y sólo tenemos una.

¿Merece la pena estropearla tantas veces por uno o varios momentos que no deseemos vivir? ¿A que huele la Capilla Sixtina? ¿Lo sabes? ¿A qué estás esperando para saberlo?