Píldora 30: sin conciliación no hay bienestar
Conciliar es un derecho y un deber de cada uno de nosotros, hombres y mujeres. ¡Y si no, que se
lo digan a las mujeres trabajadoras del planeta! Que es un derecho, es algo que
cada vez está más arraigado en nuestra sociedad. Pero me gustaría ahondar en este
post en la parte del deber.
Muchos de nosotr@s tenemos hijos y aspiramos a ser unos buenos padres y madres, pero también tenemos un trabajo y unas relaciones personales y sociales además de unos intereses individuales legítimos. Pero, antes, ¿quieres echar un vistazo al resto de píldoras de la felicidad? Puedes hacerlo aquí.
El problema es que no hay tiempo para
hacerlo todo, y sobre todo para hacerlo bien; es decir dedicándoles el tiempo
que consideramos adecuado y satisfactorio.
Lo que parece el
problema, el tiempo, en realidad no lo es… Estamos de nuevo a vueltas con el
perfeccionismo. Deseamos hacer todas estas cosas de manera que podamos
aprobarlas, y no lo haremos a menos que nuestra dedicación sea adecuada, que traducido
–en muchos casos- es una dedicación total, una dedicación perfecta.
Seguro que muchas
personas se identifican con este esquema:
· aspiro
a ser buen/a madre/padre. Para ello debo dedicar tiempo suficiente a mis hijos
cada día.
· aspiro a
tener un aspecto saludable e ideal. Para ello debo dedicar tiempo a ir al
gimnasio, a correr o a la actividad física que haya decidido hacer.
· aspiro a
disfrutar de mis relaciones de pareja, a mis relaciones profesionales y a mis
relaciones personales, nada más simple. Para ello debo dedicarle tiempo a las
salidas a cenar, reuniones, etc.
· aspiro por
supuesto, a tener mi carrera y a desarrollarme profesional. Para ello necesito
trabajar arduamente. Todas las horas son pocas.
Estoy segura de
que habéis detectado el problema. Como el tiempo no tiene la propiedad de la elasticidad, este esquema no
es viable al menos desde el punto de vista del perfeccionista. Si queremos
hacer todo esto con un alto grado de exigencia no lo conseguiremos porque,
sencillamente, no hay tiempo material para ocuparse de todo. En mi caso,
durante mucho tiempo sentí la sensación de estar siendo estirada físicamente
desde distintos puntos, todos ellos llamando mi atención con agresividad. Es una
sensación desagradable.
Cuando eres padre
o madre y tienes una interesante carrera, sueles además tener intereses
personales e interesantes relaciones que te enriquecen. Es absurdo resignarse a
perder una parte de tu disfrute, de ti mismo por falta de tiempo. El secreto
está en no intentar ser perfeccionista.
Quiero decir que
podemos dedicar el fin de semana a la pareja y las relaciones personales,
asegurándonos de que nuestros hijos estarán cuidados adecuadamente por quien se
quede en casa con ellos. Podemos trabajar arduamente, pero sabiendo que debemos
ser capaces de poner fin a la jornada de trabajo a una hora que nos permita
volver a casa y ocuparnos nuestros hijos, de asistir a su día a día y de contribuir
a su educación activamente. Podemos dedicarle a nuestra salud física el tiempo
que necesitemos haciendo ejercicio a primera hora de la mañana o a la hora de
comer (yo he hecho eso durante años, después hacía una comida frugal, y vuelta
al trabajo). Todo esto dejando el tiempo necesario para dormir lo suficiente
(siete u ocho horas diarias).
Organizar la
jornada diaria sin que la agenda sea imposible nos produce en sí mismo bienestar
y tranquilidad. Es posible atender todo aquello que nos interesa eliminando lo
que no es necesario (como dedicarle horas a la tele) y sin exigirnos hacerlo de
una manera perfecta.
El perfeccionismo
es el problema.
Si quieres comentarnos algo al respecto o bien de cualquier otro tema de este, puedes ponerte en contacto con nosotros.
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