Píldora 22: paternidad mal entendida. Los padres que aman demasiado
Los que somos padres, ¿realmente cumplimos con nuestro papel de manera correcta o lo hacemos pensando en que nuestro proceder es bueno cuando realmente no lo es? De eso dependerá en buena medida la felicidad de nuestros hijos.
Muchos de nosotros somos padres o madres y ejercemos nuestro papel sin saber muy bien si lo hacemos bien o mal. En ocasiones haciendo lo que los demás hacen. La paternidad/maternidad es la base del futuro nuestros hijos y de nuestra sociedad. El futuro de la humanidad. Y una parte muy importante de nuestra felicidad. Pero, antes de seguir leyendo, repasa el resto de píldoras de felicidad. Lo puedes hacer aquí.
James A. Brever dice: “Hay padres afortunados de tener buenos hijos, pero es que sus hijos tuvieron la suerte de tener buenos padres”. En cierto modo, su felicidad depende de nosotros y la nuestra de que ellos lo sean.
Durante su infancia tenemos un importante papel como protectores. Ellos necesitan sentirse seguros para evolucionar y nosotros estamos ahí, para hacer que puedan sentirse así. Su seguridad les permite aprender a ser confiados con la vida. Pero los hijos también tienen que aprender de sus fracasos para desarrollarse de manera plena. Y, reconozcámoslo, en muchas ocasiones nuestro afán protector llega a extremos en los que nos esforzamos nosotros para preservarles a ellos de cualquier experiencia negativa.
Lo único que conseguimos con esto es que tengan tolerancia cero ante los reveses de la vida, e incluso que se crean con derecho a que nosotros nos ocupemos de su bienestar y felicidad llegando a mostrarse agresivos –conocemos varios ejemplos prácticos- con sus propios padres porque existe esa intolerancia a la frustración.
Conozco a alguien que dice que nuestros hijos “necesitan horas de calle”, que es una manera de decir que es bueno que tengan experiencias, que se enfrenten a sus problemas porque es la única manera de aprender a moverse adecuadamente en su entorno, adaptarse y tomar decisiones sobre sí mismos.
Es lícito querer lo mejor para nuestros hijos, también lo es protegerles dentro de nuestras posibilidades, pero no es lícito ahogar sus decisiones, impedirles equivocarse, y sobretodo cortar sus intentos de luchar por la vida porque entonces no aprenderán a hacerlo. La consecuencia es que se sentirán tremendamente infelices porque no son dueños de su vida, y por tanto conseguiremos justo lo contrario de lo que pretendíamos.
Debemos reflexionar sobre las consecuencias de dejar hacer a nuestros hijos a pesar de que adelantamos que se van a equivocar. No deberíamos controlar toda su vida para ahogar cualquier desviación de lo que nosotros consideramos el buen camino, porque ese el nuestro y no el suyo.
En consecuencia, debemos dejarles vivir si queremos que sean felices. Aquí puedes ver el vídeo del juez Emilio Calatayud, juez de menores. Este señor resume perfectamente lo que queremos decir:
Reflexiona
Te proponemos que reflexiones sobre tu actuación como padre o madre y que hagas los cambios que consideres oportunos ahora y no esperes a un momento sin retorno.
Si tienes alguna duda o quieres ampliar esta información, puedes escribirnos a info@emotionhr.com.
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