Felicidad, divino tesoro

Juventud, divino tesoro. Y felicidad, que también lo es. ¿Por qué? Porque un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales de Sur ha concluido que somos más felices cuando nuestra edad transcurre entre los quince y los veinticuatro años. ¿Y el resto? Sigue leyendo…

Si tienes entre quince y veinticuatro años, felicidades: eres feliz. ¿Significa eso que si tu edad no está entre esas dos cifras no lo puedes ser? Vayamos por partes. La edad en la que queda constreñida la felicidad es una conclusión del estudio de un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia. ¿Y cómo ha llegado dicho grupo a tan reveladora conclusión? Simplemente se ha dedicado a analizar cómo la felicidad evoluciona con el paso del tiempo y qué factores inciden en esa evolución.



¿Quiere decir que el resto de personas cuya edad no esté incluida en ese intervalo nunca más serán felices? Los autores del trabajo constaron la felicidad rueda cuesta abajo durante la etapa adulta. Y es comprensible: que si la búsqueda de un trabajo, que si el desarrollo profesional, que si el dinero, que si el trabajo te absorbe más de la cuenta, que si no tienes tiempo para disfrutar de otras cosas… ¿Y dónde queda la felicidad? Te suena, ¿verdad? 

De los quince a los veinticuatro años la felicidad es evidente: no nos importa nuestra calidad de vida y, si la tienes, tampoco la de tu casa. Esa preocupación crece con la edad. Mientras… Pues eso, a ser feliz. Y otra cosa más en contra de esa felicidad: conforme avanza tu edad e ingresas en la treintena, empiezas a preocuparte por la salud. Y ya sabes lo que eso supone… ¿Y la felicidad? Ahí queda, una cosa del pasado. El paso del tiempo, el deterioro físico… Un desastre, vamos. La decrepitud humana y todo eso.

Así que, visto lo visto, una vez dejamos atrás los veinticuatro años hay que ir olvidándose de la felicidad… ¡Pues no! Porque, a llegar la jubilación, todo queda a un lado: los aspectos laborales, los financieros, los hijos ya están criados y saben apañárselas por sí solitos… En definitiva, las preocupaciones son menores y la felicidad… vuelve a ti. ¡Vuelves a ser feliz, te dedicas a disfrutar de la vida!

Por lo tanto, paciencia y calma. La jubilación trae bajo el brazo la felicidad. ¡Y menudo regalo ese! Como para no disfrutarlo, ¿eh?

Si quieres más información sobre este o cualquier otro asunto, escríbenos a info@emotionhr.com.

Comentarios

Entradas populares