Píldora de la felicidad 7: maneja la envidia para que te fortalezca

Envidia, ira… Sentimientos que nos asaltan cuando menos lo esperamos o que sentimos hacia otros y sus actos. Reconducirlos es esencial para sentirte en paz contigo mismo. Y lo puedes conseguir si te lo propones.

Antes de empezar, ¿te has perdido nuestras primeras píldoras de la felicidad anteriores? Antes de empezar a leer puedes tomarlas a tu ritmo:

· Píldora 2
· Píldora 3
Personalmente siempre he opinado que la envidia (y los celos, que no dejan de ser sentimientos similares) es el peor de los pecados capitales, una de las pasiones más tóxicas y el origen de otras muchas emociones y pensamientos negativos: ira, venganza, juicios negativos, culpa, baja autoestima, etc.


La envidia y los celos son sentimientos irrefrenables que nacen del fondo de nuestro corazón y que hieren fuertemente nuestra autoestima. No olvidemos que cuando sentimos envidia es porque creemos que alguien es mejor que nosotros, nos evaluamos con un valor inferior a ese alguien. Al sentirnos con menos valor podemos generar ira, quizá culpa y probablemente terminemos argumentando todo tipo de juicios negativos y explicaciones racionales para justificarnos.

El error está precisamente en intentar justificar racionalmente una emoción que es incontenible y natural. Las personas tendemos a racionalizarlo todo y a buscar excusas externas a lo que no aprobamos en nosotros mismos. Por tanto, tenemos dos opciones:

a)   sentirnos devaluados y generar sensación de autoestima baja, como consecuencia
a+b) concluir racionalmente que esa persona ha conseguido el éxito a costa de tal o cual  gracias a haber actuado de manera reprobable o por cualquier razón que consideremos que rebaja su valía.

La segunda opción es a+b porque el problema de autoestima siempre está ahí, aunque lo disfracemos racionalizándolo.


En ocasiones incluso vamos más allá y realizamos acciones que nos permiten sacudirnos la ira: es la venganza…. Aquí el tema cambia a peor y lo único que vamos a conseguir es sentir un alivio temporal, si es que la venganza nos hace sentir bien de alguna manera, para después sentirnos aún peor porque añadiremos a la envidia el sentimiento de culpa que genera la venganza. Es cierto que muchas personas actúan como si no tuvieran escrúpulos, pero la gran mayoría de los mortales sentimos en nuestro interior que no actuamos correctamente, y la culpa es la consecuencia.

Y ahora os preguntaréis ¿y qué podemos hacer si sentimos envidia por alguien? ¿Cómo reprimir ese sentimiento? La respuesta es NADA… Sentir celos o envidia es natural y parte de nuestra condición de seres humanos. No escogemos sentir envidia, simplemente ocurre.


Debemos entenderlo y aceptarlo. A partir de ahí es más fácil controlar nuestra conducta utilizando la envidia como impulsor de nuestro propio avance o actuar destruyéndonos y destruyendo al otro. Podemos confesar lo que sentimos ante nosotros mismos e incluso ante la persona que envidiamos, o podemos racionalizarlo pensando que no se merece realmente el éxito. La primera opción nos ayuda en nuestra carrera personal y profesional y nos ayuda a manejar la envidia. La segunda nos destruye a nosotros y a los demás. ¡Es una opción personal! Ante todo, jamás sientas culpa por sentir envidia. ¡No serías humano si no la sintieras!

Cómo manejar la envidia para que nos fortalezca:

1. Aceptar el sentimiento como natural. Los sentimientos negativos se intensifican si se reprimen. Entender que es algo natural y que todos sentimos nos reconcilia con nosotros mismos. Por tanto, la primera opción es aceptar nuestra reacción emocional y reconocerla para poder superarla.

2. Controlar nuestro comportamiento. Si hemos conseguido aceptar lo que sentimos es más fácil evitar racionalizarlo contra la persona a la que envidiamos y comportarnos negativamente hacia él/ella. Existen comportamientos alternativos a la racionalización que podemos intentar practicar:

a. Confesárselo a la persona: esta opción es de gran valentía. A nuestro favor está el hecho de que nos encontraremos con muchas personas que nos entregan “perlas” que reforzarán nuestra autoestima. Te reto a que compruebes como los envidiados te confesarán haber sentido algo parecido hacia a ti en algún momento. ¡Es terapéutico!

b. Reconocer su éxito y ofrecerle colaboración: esta opción es también muy difícil de realizar y exige una gran valentía, pero te permite abandonar los comportamientos tóxicos que sólo te dañarán aún más. Deberías arriesgar y observar lo que ocurre.

En emotion estamos a tu disposición para que nos consultes lo que consideres en el email info@emotionhr.com

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