Consejos para vender tu 'marca personal' en una entrevista de trabajo
Llega el momento de vender tu marca personal
en una entrevista de trabajo, y toca decidir: ¿de tú o de tu usted? Más allá de
la preparación del currículum, del aspecto que lucirás ante el entrevistador,
conviene resolver esta cuestión que, en ocasiones, puede ser la puerta al
puesto de trabajo ansiado.
Hemos superado el momento “depresión” porque hemos
acabado los estudios y nos lanzamos a lo desconocido, o porque nos han echado
de nuestro anterior empleo. Recuperada la cordura y la voluntad, y tras leer un
montón de libros de autoayuda, nos cargamos de decisión para iniciar la
búsqueda de empleo con la indestructible creencia de que voy a tener éxito y voy encontrar trabajo muy pronto.
Así que comenzamos estudiándonos las ofertas
de empleo. Nos “curramos” el currículum hasta que podemos recitarlo de memoria
y cantando, si es preciso. Nos hacemos doscientas fotos y no nos gustamos en
ninguna; al final ponemos la primera que elegimos una semana antes. Nos
entrenamos acerca de las famosas preguntas-trampa que pueden hacernos los odiados
entrevistadores, que por supuesto quieren “pillarnos” en la respuesta pero que no
van a conseguirlo, al menos en nuestro caso.
Buscamos las ofertas ideales.
Después de unos días incluimos las denominadas “bueno, no están mal”, y al mes
y medio echamos el CV a “todas las que pueda”. Nos desesperamos porque “no me
llaman” y nos preguntamos qué estamos haciendo mal o por qué no les gustamos a
esos indeseables de los departamentos de
recursos humanos. Y por fin…. Suena el teléfono. Nos preguntan si nos
podemos reunir al día siguiente en una entrevista. ¡Milagro!
Después del estallido de júbilo llega el
momento de prepararlo todo: look
perfecto, repaso de las respuestas a las preguntas trampa, documentarnos acerca
de la empresa en internet así como las opiniones que la gente tiene sobre ella…
Aunque nada de eso importa demasiado porque lo que queremos a estas alturas es
trabajar y lo que menos importa es dónde. ¡¡Importante!! Volver a leer la
oferta porque “como echo a tantas…. ya ni recuerdo cual es”. Al releerla me
molesta bastante comprobar que “me pilla lejos de casa, pero uno no puede tener
todo” y no duermo bien esa noche.
Por fin llega el día….
Llego con media hora de antelación por si
acaso, me repaso el atuendo y me coloco el pelo mil veces, entro a la hora en
punto, me presento y espero a que me llamen. Me recibe una mujer mayor, de esas que uno no
sabe qué edad tiene. En fin, mayor pero con buena pinta, y muy sonriente me
saluda “buenos días Carlos, ¿quieres sentarte?”. Digo gracias, y a continuación
quiero hacer gala de mi seguridad personal
y quiero agradecer… ¿su/tu llamada?
¿Cómo me dirijo a ella, de tú o de usted? En
ese momento desaparece toda mi seguridad y dudo, antes siquiera de empezar a
hablar, sobre cómo debo dirigirme a mi interlocutor durante toda la entrevista.
El entrevistador, acostumbrado a mantener entrevistas profesionales, tiene un
sexto sentido para detectar mi incomodidad o mi inseguridad y se pregunta qué
ocurre. En cuestión de milisegundos ha modificado su mirada acogedora y
sonriente por otra inquisitiva que me sume en una inseguridad mayor, y los
temibles segundos iniciales que yo sé –porque lo he leído en los libros de
autoayuda- marcarán fuertemente la impresión que se lleve sobre mí, ni siquiera
los he aprobado con un 5.
Fuera de bromas, se trata de un tema al que
deberíamos prestar cierta atención solo para que no suponga un bloqueo cuando
nos reunamos con alguien que va a tomar decisiones que pueden influir negativa
o positivamente en nuestro futuro. Si nos acogemos estrictamente al protocolo,
deberíamos llamar de usted a alguien que no conocemos mientras no nos permita
hacerlo de otra manera, sobre todo si esa persona es mayor que nosotros. Pero ¿hasta qué punto no es una fórmula
protocolaria en desuso? ¿Hasta qué punto no se asocia el usted con la edad?
Podemos estar llamando “mayor” a nuestro entrevistador y, como ya sabemos,
aunque sea profesional, es humano y puede sentirse molesto. Entonces, ¿qué
hacer? La respuesta es sencilla: lo importante es no dudar en la misma
entrevista, por lo que debemos planificar el tema de antemano.
Sigamos estas sencillas reglas:
· Si estamos hablando con alguien cercano a nuestra edad (según nuestros
cálculos, que pueden no ser precisos y no tienen por qué serlo), lo lógico es
que utilicemos el tuteo.
· Si estamos hablando con alguien muy alejado a nuestra edad, es
preferible llamarle de usted mientras él/ella no nos indique algo en contra.
· Cuando la cosa está dudosa, debemos decidirnos por una de las dos fórmulas siguiendo nuestra intuición. Si nos decantamos por el usted, la persona se encargará de darnos permiso para cambiar el tratamiento si no se siente cómoda. Si decidimos usar el tuteo, podemos pedir permiso para hacerlo con total naturalidad con un simple ¿puedo tutearte? O ¿prefieres que te tutee?
En cualquier caso, debemos dejarnos llevar
siempre por el sentido común. Y decidas lo que decidas, intenta hacerlo con
naturalidad y decisión. Si te corrigen, no te incomodes, piensa que después de
la corrección ya no tendrás dudas y podrás continuar la entrevista sin
indecisiones.
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