Ni la mierda es mala ni toda ayuda es buena
Nos dicen mierda y siempre nos
tememos lo peor, le achacamos los peores males. Nos hablan de ayuda y lo
asociamos a bienestar y mejoría. Y ni una cosa es tan mala ni la otra tan
buena. Y este caso lo podemos aplicar a nuestro día, a la vida laboral y
personal.
¿La mierda es sinónimo de
negatividad? Casi siempre, ¿o no? Y la ayuda, ¿a que cuando oímos hablar de
ella la asociamos a una situación positiva, a algo que nos revertirá para bien?
Y ni la primera es tan mala ni la segunda tiene por qué significar cosas
positivas.
¿Sabéis de qué os hablo, no? De esa
famosa fábula que nos relata la peripecia de un pajarillo que va dando tumbos de
un lado para otro padeciendo los rigores del invierno hasta que, cansado y
aterido, cae al suelo. Levanta la cabeza, otea el cielo y comprueba que empieza
a nevar. Es el fin, se dice. Cuando oye pasos a su alrededor: son vacas que
hasta hace poco pastaban en el prado al que ha ido a caer y cuyo pastor conduce
al establo. Una de ellas pasa por encima del pajarillo y lo envuelve en una
enorme y viscosa masa de excrementos. Al pajarillo le cuesta reponerse del
susto, pero en cuanto se acostumbra a la situación lo invade una enorme
sensación de bienestar. El calor del excremento lo reconforta tanto que se
siente feliz, tranquilo. A su alrededor, el prado adquiere una tonalidad blanca;
la nieve está cuajando pero eso al pajarillo parece importarle poco. Y lo
seguiría estando de no ser por un gato que merodea por la zona. El felino
husmea sin parar. Tiene hambre, mucha hambre. Y observa la masa de excremento
en la que cree divisar algo. Se aproxima a ella con cautela y entonces repara
en el ave, al que aparta de allí de un manotazo y se zampa en cuestión de
minutos.
Las dos moralejas que se extraen
de esta fábula tienen que ver con el título de este post: quien te echa la
mierda encima no tiene por qué ser quien peor te quiera o quien menos daño te
quiera causar, y quien te saque de ella no siempre es tu amigo o te va a
recompensar con algo mejor.
¿Y por qué de todo esto? Porque
tendemos en demasía a atribuir sensaciones negativas o positivas, según el
caso, a términos que ya de por sí poseen esas connotaciones que les atribuimos
a priori. Y no todo tiene que ser positivo o negativo per sé sino que depende
de nuestra experiencia, de nuestra manera de ver las cosas. Experiencias que se
acumulan y que nos permiten tomar las decisiones oportunas en cada momento.
Decisiones que son nuestras, propias, y que nunca debemos dejar condicionar por
experiencias u opiniones ajenas. Sólo nosotros sabemos qué nos irá mejor y por
qué.
Las cosas afectan de manera distinta a cada uno de nosotros, y ni la
mierda es para todos igual ni una ayuda nos permitirá siempre estar mejor.
Recordadlo. Cada uno de nosotros
somos un mundo ;-)
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