¿Cómo se gestiona el capital humano a través de sus Fortalezas?
Quiero celebrar el nacimiento de
este blog de emotion presentando las bases
teóricas de la que será nuestra apuesta: la
gestión por FORTALEZAS del capital humano en las empresas.
Linley (2008) definió las
Fortalezas como la “capacidad ya existente de comportarse, pensar o sentir, que
es auténtica y estimulante para la persona y permite el funcionamiento óptimo,
el desarrollo y el rendimiento”.
Desgranando el sentido de la
definición, haría énfasis en el hecho de que es una capacidad “ya existente”, es
algo innato y connatural a la persona. Por lo tanto, es una capacidad con
la que nace y cuyo desarrollo en el ámbito profesional y en el personal va a proporcionarle
altos niveles de bienestar.
Contemplar al individuo desde sus FORTALEZAS representa una visión
positiva frente a la perspectiva de la gestión por COMPETENCIAS tradicional, en
la que el trabajador se contempla como alguien que debe adquirir aquellas
capacidades que son determinadas por la empresa para adquirir valor.
La gestión por competencias representa una visión de carencia de
capacidades, frente a la gestión por fortalezas que parte de la visión de
desarrollar lo que “ya existe”.
Seguiría deteniéndome en la segunda parte de la definición, en la que asegura que la ejecución de esa capacidad es “auténtica y estimulante para la persona y permite el funcionamiento óptimo, el desarrollo y el rendimiento”, porque representa aquello por lo que identificar y desarrollar las fortalezas de nuestro capital humano es realmente interesante en términos de rentabilidad para una empresa. Y es que cada individuo siente placer y bienestar en el desarrollo de sus propias y personales fortalezas. Cuando este desarrollo se realiza en un entorno profesional se consigue el llamado Flow (“flujo”) que definió Mihaly Csikszentmihalyi en 1990.
En palabras de Csikszentmihalyi,
el estado del flujo es "el hecho de sentirse completamente comprometido con
la actividad por sí misma. El ego desaparece. El tiempo vuela. Toda acción,
movimiento o pensamiento surgen inevitablemente de la acción, del movimiento y
del pensamiento previos; es como si estuviéramos tocando jazz. Todo tu ser está
allí, y estás aplicando tus facultades al máximo."
Para conseguir esa experiencia de flujo en el trabajo es necesario
movilizar las fortalezas de cada individuo, aquello para lo que está
verdaderamente capacitado, lo que él sabe hacer “bien” y aquello con lo que
disfruta cuando lo lleva a cabo.
Pero, además, es un estado en el
que el funcionamiento llega a su punto óptimo, el desarrollo más elevado de las
capacidades personales y por tanto, supone un mayor rendimiento, puesto que el
estamos totalmente enfocados y nos sentimos más creativos.
Bienestar y rendimiento se unen en la manifestación más exitosa de la
gestión de los recursos humanos
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